La idea del «Crecimiento personal» no es nueva, de hecho es una de esas cosas que la sociedad de consumo ha engullido, convirtiéndola en un «cajón de sastre» donde todo parece lo mismo y se revuelven descubrimientos interesantes con oportunismo, aportes necesarios con modas, herramientas con chapuzas.

 

Pero el exceso de uso del término no invalida toda la propuesta, y ésta es una propuesta importante.

Se basa en la constatación de un hecho: que el ser humano no acaba nunca de desarrollarse, no hay un punto final en la apertura de las posibilidades de cada quien. Parece que aceptamos fácilmente el crecimiento hasta cierta edad, pero la verdad es que, si nos lo proponemos, seguimos aprendiendo toda la vida.

Puede que alguien piense que este no es un tema interesante, que es una pérdida de tiempo. Mi convicción es que no. Dedicar un tiempo a esto es una buena inversión, frecuentemente la vida se vuelve poco interesante, nos hacemos cínicos o vemos las cosas desde su lado más oscuro, caemos en la resignación, en la apatía o en la agresividad o el abandono. Si volvemos a la época en donde el mundo nos parecía interesante, veremos con toda probabilidad que hemos perdido la curiosidad, el gusto por aprender, sorprendernos y desarrollarnos. Eso es el crecimiento.

En la idea que la teoría de la Terapia Gestalt aporta a la psicología, subyace una visión del ser humano en constante crecimiento, en constante cambio, donde cada experiencia vivida como una novedad, supone que la persona ya no es la misma, es alguien más. Cada contacto profundo, contacto de verdad con las personas o con las cosas que necesitamos, nos hace distintos, nos hace crecer.

Si, por el contrario, nos resignamos a un modo de vivir con mínima intensidad, con mínimo riesgo, evitamos las novedades y nos dedicamos a repetir lo conocido: de este modo, no hay crecimiento y la mente se nos complica. El aburrimiento real puede compensarse con una actividad mental más rápida y caótica y la aparición de síntomas que revelan que no nos estamos adaptando a las necesidades cambiantes que nos ofrece la realidad, sino que nos estamos manteniendo fijos a patrones de pensar o de sentir.

 

 

El crecimiento no es sólo una cuestión de un saber más intelectual, se trata de saber más acerca de uno mismo, descubrir por ejemplo, como nuestro orgullo nos puede estar impidiendo una buena relación de pareja o una amistad, como el miedo nos bloquea y ya no queremos escuchar a los demás y acabamos imponiéndonos o cediendo sin ver a los demás. El crecimiento es una cuestión de conciencia, de darnos cuenta de donde están nuestros límites e intentar ensancharlos, estirar el límite que parece contenernos, apresarnos, hacer más grande «nuestro mundo».

En este trabajo, las herramientas están disponibles, cada persona dispone de las cualidades que la pueden llevar a luchar por su felicidad y por su conciencia. Lo que ocurre a menudo es que esas herramientas han quedado olvidadas, en algún momento decidimos o nos vimos forzados a no usarlas y están en un oscuro desván de nuestra memoria. Por eso las actividades que ayudan a despertar esta memoria nos sirven para volver a crecer, siempre que proporcionen la energía necesaria para ello. Esta energía la denominamos APOYO en Terapia Gestalt y por eso que hacemos propuestas grupales, porque los grupos gestálticos se caracterizan por la aparición de este fenómeno del apoyo incondicional que genera la confianza para dar pasos hacia adelante, recuperar lo olvidado y actualizarlo. Volver a crecer.