Los estereotipos de género hacen referencia a aquellas creencias arraigadas fuertemente en nuestra sociedad acerca de cómo somos o cómo debemos comportarnos los hombres. Son construcciones ficticias sostenidas por nosotros mismos, sin ninguna base científica, aunque con mucho peso social.
«Macho, eres jodidamente adorable…»
Este es uno de los ejemplos de cómo algunos hombres que somos sensibles precisamos del adverbio «jodidamente» para poder ser definidos con adjetivos estereotipadamente femeninos.
¿Qué queremos decir? ¿Qué queremos mostrar? Estamos ante uno de los dilemas entre los que muchos hombres nos debatimos en la actualidad, tratando de no ser machistas, de apartarnos del modelo patriarcal. Es decir, nos estamos adaptando al cambio social, y en ese sentido hemos avanzado mucho por la igualdad e integración de todas las personas, y esto es algo que celebramos.
Pero en ocasiones no sabemos qué decir. Seguimos teniendo el peso patriarcal personal y de la sociedad que nos dificulta el uso de algunos adjetivos por ser propiedad de lo femenino… son muchos años y cuesta deshacerse de ello.
Los estereotipos de género hacen referencia a aquellas creencias arraigadas fuertemente en nuestra sociedad acerca de cómo somos o cómo debemos comportarnos los hombres. Son construcciones ficticias sostenidas por nosotros mismos, sin ninguna base científica, aunque con mucho peso social.
«Jodidamente» es el nexo que nos permite usar adjetivos como «adorable, delicado» sin avergonzarnos. Es un paso adelante, un avance, y hay que seguir caminando.
¿O quizás hay que desandar?
Fue en un homenaje musical y poético a la figura de Miguel Hernández, «Palabras de Miguel», realizado a través de la correspondencia que mantuvo con su esposa, donde descubrí a dos hombres: José Manuel Garzón y José Galiana. Ellos, con su espectáculo, presentaban cómo Miguel Hernández escribía desde la cárcel a su mujer, con un lenguaje claro, cargado de sensibilidad y dulzura. Mostrando ellos su masculinidad sin ningún tipo de vergüenza y su sufrimiento en la cárcel sin necesidad de ser soez.
Quizá estamos faltos de cultura. Quizá estamos faltos de vocabulario. Quizá estamos en un momento donde los hombres podemos dar un paso adelante, tanto en el lenguaje como en las acciones, y disfrutar de nuestra sensibilidad. Para ello es preciso encontrarnos, escucharnos con respeto, sin necesidad de quedar por encima de los demás, ni de estar constantemente exhibiendo nuestras habilidades, nuestra fuerza, nuestra hombría.
En el encuentro auténtico entre hombres nos podemos mostrar.
La actuación me produjo gran emoción. Dos hombres, muy hombres, vestidos de negro en el escenario compartiendo emociones, sin perder virilidad. Espectáculos como el de «Palabras de Miguel» son un buen ejemplo de masculinidad integradora.
Desde estas líneas, animo a los hombres a encontrarnos con el mismo respeto y sensibilidad.