La Terapia Gestalt está orientada a hacernos conscientes y tomar decisiones que se apoyen en la experiencia, por esto no podemos determinar si una actividad es saludable o perjudicial por sí misma, es más bien cómo se practica esta actividad la que la hace beneficiosa o dañina.

Cada día me sorprende la cantidad de gente que sale a correr. En Castellón las zonas donde he observado más afluencia de corredores son: la Ronda Este, el Auditorio y el Pinar. Pero también hay muchas más, como las del Desierto, donde van los corredores de montaña.

En los primeros días, los corredores noveles sufren, les falta el aire, se ponen rojos, les da flato, tienen agujetas… y les invade el pensamiento de «esto no es para mí». Progresivamente, van encontrando su ritmo y ganando resistencia, de manera que van aumentando distancias y tiempos.

Las salidas son cada vez más frecuentes y se empieza a buscar material de mayor calidad: zapatillas de la marca X, ropa que transpire, pulsómetro, medias de compresión, etc. y, lo que parecía un deporte muy económico, se va encareciendo.

Y, con tantas horas de dedicación a esta actividad, el tiempo de correr más el tiempo de buscar el material, leer en los foros y las conversaciones con otros corredores más expertos, hay quien empieza a preocuparse por si se estará volviendo adicto a correr o, como mínimo, obsesivo, etc. (y si no lo piensa el corredor lo va pensando su familia y amigos no corredores).

¿Qué busca una persona que se inicia en el deporte de correr? Habitualmente se busca una mejora de la condición física, perder peso, pasar el tiempo (del que muchas personas disponen actualmente debido a la alta tasa de paro). En definitiva, mejorar la calidad de vida.

Hasta aquí la Terapia Gestalt no puede más que aplaudir a las personas que sienten una inquietud, una necesidad, y tratan de experimentar para poder satisfacerla. No hay nada más humano que buscar el bienestar.

La actividad de correr aporta una estimulación paulatina y poco agresiva, favorece la descarga de adrenalina y genera endorfinas. Es un regalo para uno mismo. La persona se tiene en cuenta, se cuida y satisface sus necesidades, no hay nada más saludable que ser consciente de las propias sensaciones y responder de manera sabia a las indicaciones que estas nos ofrecen.

Cuando la actividad está aportando mayor consciencia personal, mayor interacción con el entorno, nuestras relaciones se vuelven más saludables y satisfactorias.

El problema de la actividad de correr no está en la actividad en sí misma, sino en la actitud que adoptamos al realizarla. En ocasiones, la sociedad —y, en especial, el mundo laboral— ejerce una presión en las personas al no tener en cuenta sus propias necesidades y sensaciones por ser mucho más importantes los resultados y el rendimiento. Especialmente a mediados del siglo XX se trataba a los trabajadores como si fueran máquinas de la línea de producción, deshumanizando el trabajo. Esto sigue teniendo su reminiscencia en la actualidad y nos seguimos marcando objetivos, rendimiento, costes/beneficios, estableciendo que lo importante es ser más eficaces y productivos, y mucho más en tiempo de crisis.

Toda esta filosofía, trasladada al ámbito lúdico de la actividad de correr, provoca que lo que se inició como una actividad placentera que aportaba salud se pueda convertir en una actividad obsesiva donde lo importante son los tiempos con los que se corre cada kilómetro o la clasificación en las carreras populares en las que se participa —que, por cierto, hay muchísimas y es un buen lugar para socializarse.

Una frase de Buda que recoge el escritor Haruki Murakami en su libro De qué hablo cuando hablo de correr dice así: «el dolor es inevitable, pero el sufrimiento es opcional». Creo que plasma perfectamente la intención de esta entrada del blog. La actividad de correr requiere de un esfuerzo, doloroso en ocasiones, que genera satisfacción; es la persona la que decide hasta dónde puede o quiere sufrir. Este sufrimiento es una elección, cada persona se marca sus objetivos, por ejm., hacer 5 km, correr una maratón, la MiM, etc. Nos sorprendemos al descubrir que podemos resistir mucho más de lo que pensábamos, pero también considero muy importante ser conscientes de cuál es la verdadera satisfacción: cuando esta satisfacción deriva de la experiencia, de haber disfrutado del paisaje, de las sensaciones, de la actividad en sí, es saludable; cuando esta satisfacción deriva únicamente del resultado, empieza a ser una locura.

La Terapia Gestalt está orientada a hacernos conscientes y tomar decisiones que se apoyen en la experiencia, por esto no podemos determinar si una actividad es saludable o perjudicial por sí misma, es más bien cómo se practica esta actividad la que la hace beneficiosa o dañina.

Ahora me gustaría dejar un debate abierto sobre si consideras que la actividad de correr, que va ganando adeptos día a día, es fruto de que la sociedad se ha vuelto más saludable o, por el contrario, se está volviendo más loca.

Espero que no salgas corriendo al terminar de leer y dejes aquí tu opinión.

Un abrazo.