A menudo creemos que somos lo que pensamos, no tenemos una experiencia de nuestra identidad separada del pensamiento. Pero cuando estudiamos a fondo esta cuestión y sobre todo, cuando practicamos ejercicios de indagación meditativa, aparecen otros datos.

Pensar

Pensar es una actividad de gran importancia, sin duda, pero no es lo que nos puede resolver cualquier problema. No es un buen refugio para lo difícil, la angustia o la incertidumbre. Ni siquiera es, frecuentemente, la mejor respuesta ante situaciones difíciles. 

Tenemos otros muchos recursos eficaces, formas de enfrentar los problemas de la vida, que son resultado de miles de años de evolución. Nos permiten funcionar en la mayor parte de situaciones y solucionar multitud de problemas. Algunos de ellos son la percepción y la emoción.

Todos estos recursos nos proporcionan información y soluciones para vivir en el mundo. Todos ellos van generando una memoria, contenidos de experiencias que son producto de esas facultades. Muy útiles para conocer y predecir lo que ocurre, pero todos ellos experiencias pasadas. Así que, a la hora de enfrentar lo nuevo, resultan solo meras posibilidades, no son la realidad, ni siquiera la realidad de lo que somos, solo lo que hemos sido antes.

Meditar

Meditar vuelve a colocar a la mente como una más de nuestras habilidades. Una habilidad que genera un conjunto de contenidos: los pensamientos. Un producto de nuestra actividad, por tanto, lejos de la identidad: no somos lo que pensamos.

Meditar nos proporciona una atención constante a la realidad tal como es, aquí y ahora. También a nuestra propia realidad, sensorial, emocional y racional, tal y como está ahora, fresca y creativa. Al practicar ejercicios de meditación vamos aprendiendo a confiar de nuevo en todas nuestras capacidades. También dejamos de estar identificarnos con los productos antiguos de nuestro funcionamiento mental, de nuestras experiencias. Esto nos deja abiertos a lo nuevo que nos ofrece cada día. Meditar nos facilita volver a usar en toda su extensión nuestros recursos, sin mezclas confusas o prejuiciosas, Empezando con lo más básico: la atención.

Cuando meditamos los contenidos mentales quedan al margen, pierden importancia durante algunos instantes o minutos. Poco o poco este procedimiento se hace más sencillo, más rápido, más duradero. Así resulta cada vez más fácil dejar los pensamientos y descansar.